26 de julio de 2010

Un principio, un fin...

Una habitación con vistas a gran vía, un viejo blues sonando en mi ordenador y un calor sobrehumano... Una noche sin estrellas, la sirena de una ambulancia rompiendo la inusual calma nocturna de una de las principales arterias de Madrid y... silencio.

Es un silencio extraño, de ese que precede a la tempestad. A través de la ventana abierta -por la cual ansío desesperadamente que entre algo de aire con el que respirar- miro de soslayo aquello que ya tanto he visto. Nunca dejará de sorprenderme. Madrid duerme, pero con un ojo abierto y otro cerrado. De todos los silencios que he escuchado, éste, es uno de los mejores. Parece que el mundo ha dejado de girar, que la gente y los coches se han desvanecido, que tú eres el único que anda vivo a éstas horas. Luego, el ruido aislado de algún que otro coche trasnochado, entra por la ventana rompiendo los cristales de tu imaginación, devolviéndote a la realidad. Y es entonces cuando entro en un bucle de pensamientos en los cuales nunca antes había reparado.

Aquí he conocido a gente que merece más la pena que todo el oro del mundo, he acabado jugando al póquer con vosotros, dormido contigo, saltado con vosotras encima de una cama al ritmo de la noche, he descubierto que las apariencias engañan el 50% de los casos, el otro 50% se corresponde con la realidad. Aquí he pasado ratos y silencios de todo tipo, épicos, divertidos, perversos, buenos, malos... Aquí han empezado muchas cosas y acabado otras tantas, cerrándose como un círculo que forma una parte de lo que ha sido un todo. En pleno corazón de madrid, he crecido como no lo podía haber hecho en otro sitio, y cada vez me siento mas orgullosa de mi elección. Aquí, es donde hace dos años empezó todo, aquí, es donde debe continuar.
La gente a la que he conocido, esas pequeñas joyas, no sé si seguirán formando parte de mi todo, el futuro es incierto, tanto o más como el silencio de una gran vía de madrugada, pero el simple hecho de haber compartido todos esos ratos, ya los han hecho tan especiales para mí, como ese blues rock de Rory Gallagher que hace varios minutos dejó de sonar...

Pd: me gustan los finales, eso es señal de que nuevos comienzos están al caer.

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