23 de octubre de 2010

Rimas, versos y prosas

Nunca he sabido como empezar a componer una canción, ni cómo terminarla y, dicho sea de paso, tampoco como continuarla. Con los poemas me pasa exactamente lo mismo, rimar dos palabras es tan fácil como pestañear, que rimen tres es algo mas complicado y que rimen cuatro ya ni te cuento. Palabra sobre palabra, como hace la araña hilo a hilo, se van tejiendo los sonetos, los pareados o lo que quiera que sea, hasta formar una maraña de palabras sumida en un perfecto y caótico ovillo de ideas, pensamientos, sentimientos…

Al fin y al cabo canciones y poemas no son mas que meras representaciones de una realidad subalterna a tu propia consciencia, puramente intrínseca, personal e intransferible, como las tarjetas de crédito. En cuanto a mis escasas habilidades en el arte de la palabra, debo añadir que tal vez lo que se me da mal no es el rimar en sí, sino proyectar esa realidad interna, personal e intransferible, hacia el mundo en general. Hacia todos y nadie en particular.

Rimar es como amar, crees que con ese verso debes acabar, empezar o continuar tu poema, cuando la realidad, siempre tan jodidamente “tocanarices” y subjetiva, es que ese verso sobra o, por el contrario , necesita de otro verso para rimar del todo, para cuajar. Aunque el amor, me temo, es mas complicado que todo eso del rimar, pues aparte de rimar, se debe sincronizar, como dos violines en una orquesta tocando "La Primavera" de Vivaldi, por poner un ejemplo. Y la sincronización es bastante jodida de conseguir, no es algo que se pueda entrenar o pedir prestado al vecino como un puñado de sal. No. Todo ello es mucho mas complejo de lo que parece, o hago yo que parezca con tanta palabrería, que no es mas que un pequeño laberinto que conforma mi manera peculiar de entender las rimas y la sincronización que hay en eso llamado amor.

Lo que quiero decir con todo este sinsentido es que se, sentir como tu cuerpo se deja llevar por la mas poderosa de las corrientes, es simplemente, maravilloso, agotador, pero es un agotamiento de esos que luego te hacen disfrutar hasta de respirar. Y por muy tentador que esto parezca, bonito y tedioso (porque estar enamorado, en el fondo es una molestia), estoy demasiado bien escribiendo en prosa, los versos ya me llegarán, no me apresuro por ello, es mas, los invito a que sigan de vacaciones. Improvisar me gusta mas, por ahora, que sincronizar y rimar. Aunque quien sabe, igual el mañana me coloca una hoja en blanco y un bolígrafo y me pide que me ponga a rimar de nuevo, aunque sin inspiración, poco, me temo, puedo llegar a hacer.