29 de junio de 2009

UN AEROPUERTO, UN AVIÓN Y UNA AMEBA LLAMADA E




Odio los aeropuertos, en cuerpo y alma. Odio la rutina del viajar. Que si tienes que preparar la maleta, doblar la ropa, colocarla, volver a quitarla para hacer hueco a ese pantalón que no habías puesto, cerrar otra vez… Luego tienes que llegar a X hora, chuparte media hora en la cola del mostrador de facturación mientras que la cola de al lado va mucho mas rápida que la tuya. Pasar por el detector de metales, dejar que te cacheen aunque no quieras y buscar la puerta de tu vuelo con un nivel de estrés y mala leche en el cuerpo que te ciegan. Todo muy divertido. Aunque por odiar, también odio a todas las aerolíneas habidas y por haber aunque no haya volado ni en la mitad, son todas unas (putas, asquerosas, marranas) estafadoras. Si pudiese dejaría de usar el avión como medio de transporte, pero como resulta que tengo la maravillosa suerte de que mi cuerpo está presente en la capital del reino, y digo mi cuerpo porque mi mente nunca suele estar allí, y vivir, lo que se dice vivir, vivo en Canarias, no puedo dejar los aviones por mucho que me empeñe. Así que me resigno, aunque también odie resignarme, porque eso es sinónimo de tirar la toalla y bailar sobre ella con unas botas militares llenas de barro. No es mi estilo, así como tampoco lo es intentar ser amable y sonreírle a la tía mas borde de todo el aeropuerto de Barajas. Al final creo que no me salió ni tan mal eso de disimular mis ganas de tirarla al suelo y aplastarle la cabeza con mi bolso de tan solo diez kilos, bolso que por cierto no pude facturar… pero si colar en el avión pese a las advertencias de la idiota aquella… Todo parecía indicar que la guerra estaba finalizada y ganada.

Pero quien me iba a decir que después de la tempestad iba a haber mas tempestad aún…
Recomendación, si van a viajar en avión, estén atentos y no se sienten delante de ningún niño pequeño. ¡Ah! y Llevaros unos tapones para los oídos, por lo menos a mi me pone enferma escuchar el “abróchense los cinturones” “está prohibido fumar” “si tenéis aparatos electrónicos a bordo este es momento de ponerlos en el modo de vuelo”, etc. Al menos podrían cambiar el discursito o meterse unos calcetines sucios en la boca y callarse. Aunque el colmo fue cuando a la media hora del despegue empiezan a colarnos publicidad. Yo intentando dormir y rezando unas plegarias al dios de los niños para que me hiciera el tremendo favor de calmar a la fierecilla en miniatura que tenía detrás y las azafatas soltando una retahíla peor que las de Fidel Castro. En ese momento estaba por secuestrar el avión y hacer que se callaran y de paso encerrar al niño en la bodega del avión, hablo totalmente en serio.
Claro que al final no llevé a cabo mis maquiavélicos planes, estaba la opción del secuestro y que me detuvieran nada más aterrizar en Lanzarote y la alternativa de apretar los puños contra el asiento y pasar un verano en la playa y no entre rejas.

Creo que al final me dormí… y soñé. En el sueño me despertaba y el chico que estaba a mi lado (de unos 16, 17 años) al ver aparecer por la ventanilla a mi querida isla soltaba la siguiente perlita: “Que guay, se ve el Teide desde aquí.” Luego, al abrir los ojos me di de bruces con la realidad. El chico de mi sueño existía, no estaba soñando… ese “Que guay, se ve el Teide desde aquí” había sido totalmente real y yo, intentando que no se me notara el descojone que llevaba encima. Claro que si, chico, desde Lanzarote no solo se ve el Teide, el Himalaya también.

Ante mí tenía un trozo de tierra marrón bañado por un mar totalmente en calma, faltaba poco para el aterrizaje, mi pulso iba en aumento igual que mi buen humor y la segunda perlita, que no tardó en llegar, fue la siguiente: “Mira, eso son olas ¿verdad?”. Una de dos, o mis miopías aumentan a un ritmo alarmante o el chaval, llamémoslo E (de estúpido) no sabía ni lo que era una ola. Estos madrileños.xD Posteriormente mi amigo E, cuando yo pensaba que no podía superarse va y suelta la tercera perlita de la mañana: “Esa debe ser la gomera o alguna de estas islas mas pequeñas” (Haciendo referencia a La Graciosa). Bravo chaval, bravo… con tios como tu no me extraña que las nuevas generaciones se estén desgastando, por decirlo suavemente.
Y aquí va la penúltima: “¿pero hay casas?”. No verás, vivimos en cuevas… los de la agencia de viajes estafaron a tus padres, el hotel (posiblemente de cinco estrellas con piscina, de la que no querrás salir ni para cagar), en realidad es un chabolo mal hecho en alguna playa. Que si, que Lanzarote es peor que la isla de PERDIDOS, no sabes si vas a salir vivo o si simplemente podrás salir de esta deshabitada isla perdida en medio del Atlántico, porque una cosa has de saber, las Canarias, querido E no están en el pacífico, que seguro que no lo sabías.
Esta ya es la última estupidez que soltó el chico: “Vamos a aterrizar en el agua! Pero el piloto no se da cuenta?” No, no se da cuenta, ameba, vete sujetándote las pelotas que igual las pierdes o mejor aún, vete pidiéndole un pañal nuevo a tu madre.
Esa, sin duda alguna, fue la mejor parte del viajecito... Pero no hay pastel sin su guinda... y yo no me iba a quedar sin ella. Resulta que la maleta que sí pude facturar por alguna extraña razón no apareció en Lanzarote… Pfff... Si quisieran, podrían hacer una película de Mister Bean (otra, que como hay pocas…) basada en mi divertida mañanita en Barajas y posteriormente en el avión con mi compañero la ameba llamada E, claro.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

21 de junio de 2009

ABORDANDO SUEÑOS PERDIDOS

¿Qué quieres ser de mayor? Me preguntaban hace años conocidos y desconocidos. ¿Y tú qué quieres ser? Respondía yo observando la extraña sonrisa que se dibujaba en la cara de aquel para el que iba dirigida mi pregunta. A mis seis años ya tenía muy claro lo que quería ser, pero eso era un secreto bien guardado, solo unos pocos tenían en honor de saberlo, y esos pocos privilegiados eran mis peluches.
Es cierto que pasé por la etapa, inevitable por cierto, de querer ser veterinaria. Todos los niños, al menos la gran mayoría de ellos han querido ser veterinarios alguna vez. Y el que no ha querido serlo ha querido dedicarse a la piratería… ¿a no? Pues yo sí, y todavía quiero dedicarme a ello. ¿Qué pasa? Cada uno tiene la cabeza llena de pájaros, (loros y piratas en mi caso).

Hace unos cuantos años cerraba los ojos y me visualizaba surcando todos los mares y océanos de la tierra a bordo de un gran navío viejo de madera, impulsado por unas grandes velas blancas, presididas por una pequeña vela negra con una calavera en el centro. Ohh! Eso sí que es vida… yendo de aquí para allá… peleando con indecorosos piratas, ganando batallas mar adentro sin más defensa que un buen ataque al rival. Sería la única mujer pirata, a la que todos temiesen ¿Por qué no? Sería la única reina de los mares… Blandiendo mi espada con total seguridad, escuchando el sonido de las olas, de mi loro cantando canciones de piratas por las noches… Planearía cientos de motines… la diversión nunca se acabaría, eso que se lo digan a mis peluches. Luego pensaba que cuando llegase la hora de retirarme de la indecente vida pirata acabaría en una isla encantada del pacífico, con una cabaña en la playa y mi barco varado en la orilla, siempre esperándome.

Bueno, dejemos a un lado las fantasías de la niña que todavía vive en mí, la cual espero que no me abandone nunca… Cuando fui creciendo ya sabía que no iba a ser veterinaria, ni muchísimo menos una pirata malvada… Cuando uno crece los sueños parecen que se disipan, que te abandonan, pero éstos no se van del todo, siempre permanecen guardados en el disco duro a la espera de ser rescatados nuevamente, cosa que rara vez llega a pasar. A mi parecer, una pena…



¿Y tu? ¿Que querías ser de pequeñ@?

6 de junio de 2009

PENSAMIENTOS FUGACES

Advertencia: este es, posiblemente el post –todavía dudo si calificarlo raro o caótico– que me ha salido, pero es que últimamente vivo en un caos continuo y lo peor de todo no es que me asuste, lo encuentro adictivo… como lo de escuchar esta canción dieciocho veces seguidas…



A veces tengo la sensación de que el mundo gira demasiado deprisa a mi alrededor…que con calzarme las deportivas y prepararme mentalmente no es suficiente, que cada gota de sudor que resbala por mi frente cae inútilmente. Que con verte día sí y día no, no tengo bastante. Que con pensarte solamente, el mundo se me acaba, llega a su fin, a su oscuridad.
Sé que no soy nada elocuente, y que me tiraría de un puente si tu me ofrecieras tu mano, eso ya lo sabes tú por mí.
Que el saber no ocupa lugar, dicen.
Que pienso y luego existo, pensó uno que ya existía antes de pensar.
Que respirar es necesario para vivir, eso dicen, eso piensa el resto de la gente, pero es que el resto es la corriente y lo divertido es ir a contracorriente, aunque cueste, aunque sea una tarea que posiblemente esté condenada al fracaso… porque el éxito es para los perdedores y el fracaso para los triunfadores. Para los tipos como tu y como yo, en definitiva, para los dos.
Que al fin y al cabo todo ocupa su lugar en el mundo.
Que al fin y al cabo solo con nadar a contracorriente sigue siendo insuficiente.

A veces tengo la sensación de pensar demasiado cuando no tendría que hacerlo y otras, que tendría que pensar más.
Que no me importa el color de tus besos ni oírte bostezar, ni reír, ni llorar. Que suspirar es de humanos y errar también, rectificar no es fácil y perdonar tampoco. Que las penas no solo se lloran, se sienten, se viven y que por mucho que se compartan no van a dejar de ser penas, porque si no, el mundo se quedaría sin hombros en los que llorar. Que la luna tiene mas de dos caras, que a veces se ve y otras se oculta, se esconde de las miradas de los curiosos que asombrados la miran…Que nada en mi mundo nunca ha sido demasiado normal… Que gritar de vez en cuando es más sano que callar…

A veces tengo la sensación de ver muertos en vida, esos que caminan por la vida sin rumbo ni mapa ni catalejo -viejo y oxidado-, que son los mejores en esto de orientar a uno y ayudar a elegir el camino de ida, que no de vuelta. Mejor que ese lo sepas encontrar por ti mismo, las cosas viejas dejan de funcionar no porque quieran dejar de ayudar sino por viejas. Y que cuantos más kilómetros hayas recorrido sin ayuda, el mérito será mas tuyo que mío.
Que odio que me den la mano y luego me la arranquen de cuajo ¡es que no piensan que debajo hay sangre! Que odio mi lado vengativo, el más nocivo de todos. Que me encanta mezclar ideas absurdas, leerlas y descubrir que al menos para mí, no hay idea absurda, sino mal interpretada o poco coherente…