PÉCORAS, LICENCIA PARA PROVOCAR

Como se suele decir, en este mundo tiene que haber de todo.
Muchas veces tengo que controlar mis instintos asesinos…tengo que recordarme a mi misma que soy una persona decente, tengo que recordarme todas aquellas cosas que pocas veces suelo ser. Intento no caer en el terrible error de entrar en el peligroso juego del odio… Quiero que conste en acta que la palabra odio nunca me ha servido para nada por la sencilla razón de que nunca en mi vida (creo) he sentido aquello que engloba. No, no soy una santa, ya me gustaría...pero ni a mi peor enemigo he sido capaz de odiarlo.

Sin embargo esta vez es diferente, esta vez me gustaría bajar unos cuantos peldaños y ponerme a la altura de ciertas personas que me desconciertan y exasperan. Resumiendo, me ponen de mal humor, muy malo por cierto, y eso en mí, es extraño…casi un fenómeno paranormal… No me gusta estar de mal humor ni sentirme retada en cada palabra y cada mirada… ¿a quién le gustaría estar en semejante situación? Ni al más masoquista de la tierra ¿verdad?
En un principio, he de confesar, incluso llegué a pensar que no servía para esta guerra, que no recogía las condiciones necesarias para ganar, para ganarles…
Pero conforme van pasando los días, uno se va creciendo. Empiezas a confiar en tus posibilidades, sobre todo porque ves que tus rivales no son dignos de ti (suena a creída, lo sé xD) yo solo digo la verdad, nada mas que la verdad. ¿Qué pasa si descubres que tus “enemigos” paupérrimos son cortos de mira? Porque en mi caso, ellos lo son, a los pobres no les funciona correctamente el sistema de riego, vamos, que son medio lelos… Niños de parvulito (con perdón a todos aquellos inteligentes niños que están cursando parvulito). No se puede esperar mucho de unas personas que para intimidarte ni si quiera te hablan… tan solo te observan y comentan a tus espaldas.
¿Qué pretenden conseguir con semejante comportamiento primitivo? Habría que hacer una exhaustiva investigación de sus simples pero a la vez retorcidas mentes, hembras tenían que ser… (Soy una loca desquiciada, si…como se ha podido comprobar conforme se avanza en la lectura de este escrito, pero no soy nada machista… las mujeres tenemos alma de pécoras – incluida yo –, la cuestión está en combatir la pécora que se lleva dentro…)

No voy a dar nombres, pero tengo que hacer una descripción general de aquellas individuas que me han retado a participar en una guerra silenciosa pero letal… Cada cual, peor que la otra. Comenzaré por la descripción de la pécora jefa.
Es posible que la pobrecilla haya sufrido algún tipo de trauma infantil, y sea dicha razón la cual la lleva a ser una mujer frustrada y malhumorada casi las 24 h del día. También es posible que sufra el complejo de piojo, es decir, que se sienta inferior a todos aquellos que la rodean y para sentirse bien consigo misma tenga que chuparle la sangre a cualquiera que no le siga el “rollo”.
La segunda de las pécoras es la secuaz de “la chupasangre”. Ésta se caracteriza por su bajo nivel de actividad neuronal. Es poseedora de una increíble “niñatería” y superficialidad asombrosa.
Intuyo, es una creencia infundada que mas adelante se investigará en profundidad, que exista algún vínculo de parentesco entre ella y Belén Esteban…


Nota: en ningún momento ha sido mi intención ofender la inteligencia (escasa, pero existente) de Belén Esteban al insinuar un posible lazo de unión sanguínea con la individua número 2. Así como tampoco he querido menospreciar a los niños de parvulito al establecer una comparación entre éstos y las pécoras.