17 de febrero de 2009

BAILANDO EN EL INFIERNO

Hoy he conocido al mismísimo Satán. Su presencia impone, él tiene el poder de acelerar mi ritmo cardiaco, necesito aire, mas aire, necesito respirar ya y eso, él lo sabe. Da un paso al frente seguro de sí mismo, demasiado seguro –pienso–, pero me gusta. Va vestido de traje y corbata, todo de negro cosa que también me gusta –creo que en exceso– pero me olvido hasta de mi propio eco, me olvido hasta de respirar. Ahora somos los únicos seres sobre la faz de la tierra, todo el mundo que hasta hace tres segundos estaba a nuestro alrededor ajenos a nuestras miradas se ha evaporado como arte de magia. Se oye un silencio sepulcral que me eriza toda la piel, a lo lejos el sol se inclina majestuosamente en un gesto lleno de cortesía y respeto que indica la llegada de la luna.

Mientras, él da otro paso al frente. Por instinto yo retrocedo… La calle muda y fantasmal es mi único refugio, él y su mirada, mi amenaza… El viento ha caído rendido a sus pies al igual que todo el bullicio que antes transitaba la calle junto a sus dueños. La sensación es la de estar en un mundo perdido, en una realidad paralela, no sé explicarlo con exactitud o quizás no existan palabras para describir ese momento. Definitivamente el sol ha caído, la luna ahora se alza en el cielo iluminando la calle, iluminando sus ojos, esos que al mirar se apoderan de de mi. Ahora yo soy el sol que cae de rodillas y se hunde en lo mas profundo del horizonte.
El suelo se abre, cede bajo mis pies ¿qué es esto? ¿qué está pasando? No puedo reprimir los impulsos de gritar pero de mi garganta, por muchos esfuerzos que haga, no sale ni un simple susurro. Una eternidad cayendo hacia un vacío tenebroso.

- Bienvenida a mi humilde morada.

Me ha hablado, he escuchado la voz del diablo. Áspera, distante, como si llevase miles de años sin salir al exterior… así creía yo que sería su voz, que equivocada estaba.

- gracias, pero no me has preguntado si quería venir. Respondo sorprendida ante el repentino torbellino de palabras que lanza mi boca. Una vez mas un silencio inquietante reinó entre los dos a la espera de ser roto en mil pedazos. Sin embargo no fueron palabras las que acabaron con él. ¿Una sonrisa? ¿Desde cuando Satán sabe sonreír? Porque si mis ojos no me han engañado él me ha sonreído. Sin saberlo ya había caído en su trampa, ya no cabía posibilidad alguna de retroceder y marcharme de allí… tampoco es que yo quisiera huir de él…ciertamente miedo no le tenía. No, no era miedo lo que estaba recorriendo mi cuerpo a velocidad equiparable a la de la luz.

- Hace calor ¿verdad? dicen que en el infierno suele haber mucho calor.

Evidentemente, para el rey del abismo no había ningún secreto, no había nada que él no pudiese saber o controlar. Ese ser tan extraño y llamativo, místico y sombrío, al que parte del mundo de la superficie temía o veneraba ahora estaba frente a mí, mas cerca que nunca.

- ¿sabes? Existe una única manera de acabar con el fuego aquí, en el infierno.
- ¿estás insinuando que tú, dueño del subsuelo quieres acabar con las llamas que te hacen compañía?
- ¿qué mas da que se vayan y me dejen solo si tu aceptas ser mi compañía en lugar de ellas? ¿bailas conmigo hasta que el mundo arda bajo las llamas del apocalipsis?

Entonces supe cuál era mi labor en ese lugar, él me estaba ofreciendo un trono junto al suyo, me estaba ofreciendo una vida altamente siniestra y no negaré que su propuesta no me desilusionaba, pero había algo que me impedía ser la reina del infierno… mi vida en la superficie… por mucho que él me atrajera de manera animal, primitiva, casi instintiva, no podía renunciar a todo lo que conocía allá fuera, no podía desaparecer de la noche a la mañana y quedarme tan tranquila allá abajo. Mi mirada chocó con la suya y rompió mi miedo de enfrentarme a él. No hubo necesidad de cruzar ni una palabras más… él comprendió mis razones, las aceptó pero no se conformó… Por mi parte, ahora que sabía que había otra vida, otra opción, la cual esperaría por mí hasta la eternidad, tampoco iba a conformarme con la mundana y vulgar existencia que mantenía allá arriba.

Desde entonces cada mes, cuando el sol rendido cae y la luna redonda impera en la noche en todo su esplendor, cuando los rayos grises son lo suficientemente fuertes como para penetrar en la gruesa capa del suelo, entonces las llamas del inferno se reavivan y yo vuelvo a descender como el mes anterior para bailar con él otra vez…

Dame tiempo Satán, dame tiempo…algún día bajaré y me quedaré hasta que el mundo arda bajo las llamas del apocalipsis.

De principio a fin para tí, "Darkend"...

1 comentario:

**An@** dijo...

Uau...creo que quiero ir directita al infierno...muy, muy chulo...ya me contarás quién responde a nombre de Satanás n??jajajaja!!a QUIÉN VA DEDICADO EL TEXTO...QUÉ ME HE PERDIDO EN TAN POCO TIEMPO DE TU VIDA?? besos de la Santa y angelical monana**